
Si hace 20 años alguien nos hubieran dibujado como segura la particular situación del profesional y la empresa tal cual la vivimos ahora, muy probablemente nos habríamos reído a pleno pulmón, no tanto por la incredulidad y rechazo hacia la idea de un «visionario desquiciado» sino por lo surrealista y estrambótico que esa situación nos parecería hace tan solo dos décadas. Somos conscientes que todo cambia pero… ¿somos conscientes de la necesidad real de adaptarnos a ese cambio? Porque nos sigue costando mucho cambiar. Quizás demasiado.